5 FORMAS DE IDENTIFICAR QUE MI HIJO TIENE UNA BAJA AUTOESTIMA

La autoestima es esa voz interior, esa conversación interna, cargada de juicio, opiniones y percepciones sobre nosotros mismos. ¿Cómo identificar que tengo baja autoestima? ¿Cómo identificarla en nuestros hijos?

La autoestima no tiene nada que ver con:

  • Cómo nos ven los demás
  • Nuestras posesiones
  • Si vivimos en matrimonio
  • La maternidad

Estas son cosas que pueden hacernos sentir mejor temporalmente, o incluso cómodas en determinadas circunstancias, pero la comodidad no tiene nada que ver con la autoestima.

  • Pueden querernos los demás y no querernos nosotras mismas
  • Puedo proyectar seguridad, y temblar secretamente
  • Puedo satisfacer las expectativas de todos y no las mías propias.

Cuanto mayor es la  diferencia entre la persona qué  soy y la quiero ser, más baja es nuestra autoestima. Del mismo modo les ocurre a nuestros hijos.

¿Cómo podemos identificar si nuestros hijos tienen baja autoestima?

Los niños (al igual que los adultos) tienen necesidades. Cuando lo que necesitan “tarda en llegar”, elaboran una estrategia de comportamiento para conseguir aquello que necesitan, por ejemplo atención de los padres (cariño, amor, contacto íntimo, diversión….). La autoestima tiene que ver con esa estrategia que elaboramos. Si como niños no tienen que hacer nada para conseguir amor incondicional, diremos que tiene una autoestima sana. Si por el contrario, el niño está “obligado” a conseguir una estrategia más elaborada, implica “tapar” algunas de sus facetas y mostrar otras.

¿Qué tapa? Todas aquellas conductas, opiniones, ideas, actitudes, etc….que de alguna manera no se permiten en casa, porque ha aprendido que cuando las muestra, sus padres y seres queridos se alejan (quizás no de forma física y sí de una manera afectiva). Y ante el miedo de “perderlos”, que “no me quieran”, muestro lo que se espera de mí.

Y es en este miedo, en este vacío donde empiezan a forjarse los comportamientos de baja autoestima.

Algunos de ellos son:

  • Comparación continua con otros: es habitual que en la infancia los niños quieran tener los mismos regalos, y objetos que sus amigos.  Es en este espacio de interactuación donde los niños comienzan a relacionarse y entrar en contacto con la vida, y surgen las envidias, los celos, el enfado. Todas estas emociones necesarias para crear su propio proceso de individuación.  Los niños aprenden a conocerse, a saber quiénes son también en contacto con estas emociones.

Podemos identificar que es una característica de baja autoestima cuando el niño está en un continuo mirar a los demás, en lo que tienen, en lo que hacen, y en lo que son. Y tienen una especial dificultad para mirar a su propio mundo, a su mundo de relaciones y a sí mismo. Son frases CONTINUAS como: Es que Adrián tiene un reloj; no es justo que yo no vaya al parque acuático;  mañana me compras lo que tiene Carolina; Pablo es más alto que yo;

  • Autocrítica dura o excesiva que a veces verbaliza y otras no. Son niños muy exigentes con ellos mismos,  tanto en los resultados de las notas, como en su aspecto físico.  Cuando verbalizan esta crítica podemos escuchar frases del tipo: que torpe soy: soy el peor; nadie me hace caso;  no valgo para nada; Soy un mediocre;  es un resultado malísimo; Soy fea, gorda…..; De este modo demuestra un estado continuo de insatisfacción consigo mismo.
  • Negativismo. El niño va creciendo, y de una manera errónea va realizando unas autovaloraciones  negativas de sí mismo. De lo que hace, de lo que tiene y sobre todo de lo que es como persona.  Al mismo tiempo son niños con una mirada triste, apenada y quejumbrosa. Es como si de alguna manera se sintieran vencidos.  Lo podemos identificar, conectándonos con nuestros hijos antes de hablar, antes “educar”. Mírale a sus ojos, obsérvalo sin intervenir. Suelen ser niños con poca energía si están en una emoción de tristeza, y al mismo tiempo con mucha energía, porque suelen estar enfados de estar tristes. Detrás dl enfado hay un profundo dolor.
  • A menudo los niños con baja autoestima, tienen una inapetencia generalizada. Detrás de una excesiva complacencia: lo que tú quieras, me da igual, no me importa,  pues lo que tú digas…. se esconde un niño con miedo a mostrarse, a opinar a exponerse. Quizás porque cree que lo que va a decir será criticado o castigo, o porque él mismo lo juzga ya como “malo”.
  • Los niños con baja autoestima tiene un profundo deseo continuo de satisfacer a otros. Su relación consigo mismo es tan  dura y amarga, que sin parar de hacer cosas para los demás encuentran un poco de aliento para seguir adelante. Su entorno le devuelve frases del tipo: qué bien lo haces; qué responsable;  qué dispuesta eres (esta es de mi propia infancia); qué suerte es tenerte; ¡Cómo te lo has currado! Eres maravilloso;  Y son estas etiquetas con las que se identifica, creyendo que es todo eso. Además crece creyendo de manera inconsciente que tiene valor por lo que hace, y de alguna manera se siente querida por lo que hace por lo demás, creyendo que si deja de hacerlo, no la querrán. Ya que lo único que ha experimentado que lo que hacer por sí misma, y para ella misma a menudo no tiene valor (por su alta exigencia,  por la comparación excesiva, por lo negativa que es consigo misma…)

Si algunas de estas características las identificas en tus hijos o incluso en ti misma, te propongo simplemente que observes a tu hijo sin intervenir, quiero decir, sin decirle que tiene o no tiene que hacer. Permítete y permítele un espacio para ser quien quiere ser, y en ese espacio de libertad presta atención.

Detrás de todo comportamiento hay una necesidad escondida (amor, libertad y/o seguridad). Trata de identificar cuál es. Compártela con tu hijo, y tratar de buscar juntos una manera sana de cubrir esa necesidad, que no pase por la elaboración inconsciente de ninguna estrategia.

En el próximo post, profundizaré cada punto, para aportar una mirada más amplia.

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