La gratitud es una sensación hermosa.
Fijaros, si algún amigo, familiar, compañero, o simplemente alguien, realiza algo por nosotros: cuidar de nuestros hijos, llevarnos una bolsa pesada, regalarnos algo precioso, estamos agradecidos. Y con un simple beso, un abrazo o un “gracias” lo demostramos.
La gratitud es estar agradecidos por el simple hecho de existir. La gratitud es sentirse dichoso, satisfecho, lleno de energía, por las cosas cotidianas que nos regala la vida: el sol, el mar, un paisaje, la fruta; por los inventos que un día alguna persona curiosa, entregada y apasionada descubrió: el coche, el ordenador, la fregona, las puertas, las ventanas, las telas…etc.
Levantarse por la mañana y dar las gracias, es mágico. Transforma tu día en un regalo; vivir de forma única, sencilla y a la vez apasionante. Antes de salir de casa, ya desayunado, da las gracias a la cantidad de personas que han hecho posible que tu pases un instante de paz, de calma, de serenidad, delante de un café y una tostada: al agricultor, al ganadero, el transportista, al mozo del supermercado…..Gracias por la posibilidad de disfrutar con salud de este momento.
Te invito a que lo practiques. Da las gracias por 5-10 cosas cada mañana antes de levantarte de la cama, antes de comenzar tu día.
La sensación de “uauuuu”, que bien, que suerte; nunca me había dado cuenta de lo importante que es “todo esto” para mí. Esto que siento, es felicidad. La felicidad se experimenta y se siente por las pequeñas cosas. Esa felicidad te lleva al éxito y no al revés. Porque todas estas “pequeñas cosas, sencillas” siembran una raíz en ti, en tu corazón, en tu manera de observar, de hablar , de vivir y transforma tus acciones.
Vamos a entrenarnos, en ser felices, en construir la vida que queremos. Somos modelos de comportamiento de nuestros hijos, y ellos ya han empezado.
Comparto con vosotros “nuestro búho de la gratitud”, de la mano de nuestros “grandes maestros” que nos enseñan cada día, como somos, son nuestros espejos.