¿Te despiertan tus hijos a mitad de la noche?, ¿Tienen miedo? ¿Quieren no estar solos?
Uno de mis nuevas rutinas desde que soy mamá, es que ya no duermo las 12 horas que “me pegaba” de adolescente. Era dormilona, aun con mi temperamento inquieto, me encantaba dormir. Ummm, que gusto cuando lo recuerdo.
Mis hijos han dormido poco, de recién nacidos, de bebés, y ahora que ya no son tan bebés, ¡jajaja!
Ahora (5 y 7 años) se despiertan a mitad de la noche (2-3 veces por semana más o menos). He pasado por todas las reacciones: enfadarme (¡como una niña vamos!); decirles la noche anterior: por favor dejarme dormir (¡¡¡¡más niñas vamos!!!!); y desde hace meses, acompañarlos a su cama, (ya adulta y dejando a mi niña tranquila, jajaja).
Acompañarlos a su cama es desde mi punto de vista, mejor opción que el enfado por su puesto, incluso que meterlos en nuestra cama.
Cuando los acompaño, saben que estoy ahí con ellos, solo les cojo la mano, le digo que el miedo está ahí, que quiere ser nuestro amigo, que tiene un mensaje. Que solo tiene que respirar. Todo con voz tranquila y suave (imaginaros un reto para la dormilona, que se levanta de la cama, y luego le cuesta conciliar de nuevo el sueño). Cuando pasan unos minutos les digo, ves ya estas más tranquilo, y con un gesto amoroso, en unos minutos vuelvo a mi cama.
Al día siguiente, trato de encontrar un momento tranquilo para hablar de “este miedo” que sienten, del “no me puedo dormir”, del “no quiero estar solo”.
Y hacemos la respiración del globo: cogen aire y cuentan de 1 a 4, 5 y 6 dejan la mano arriba del abdomen y 7 y 8 sueltan aire. Es muy importante que enseñemos a respirar a nuestros hijos, ya sabemos la importancia que tiene respirar bien y nuestra salud.
Y os quiero compartir que más beneficio tiene enseñar a respirar a nuestros hijos.
Respirar es el primer paso para entrar en contacto con nosotros mismos y con nuestras emociones.
Cuando hacemos este ejercicio de respiración consciente al día siguiente, y traigo el recuerdo de ese momento del miedo que sintieron, les estoy dando la oportunidad de que empiecen a conocer más de sí mismos, y encuentren en ellos mismos un recurso para encontrar la calma, la quietud y la confianza que a día de hoy solo encuentran en mi.
Educamos a nuestros hijos en comportamientos hacia fuera: se educado, coge el tenedor bien, cierra la boca, no chilles, y olvidamos que dentro de cada uno hay mucha más vida: y así empezar a habituarnos y encontrar nuestra mejores respuestas.