LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL AULA

inteligencia emocional en el aula

Está de moda hablar de Inteligencia emocional. Desde hace ya algunos años, se habla de este tema incluso en entornos ejecutivos, así que, el aula ¿iba a ser menos? Hablemos de la Inteligencia Emocional en el aula. 

Te ha pasado alguna vez en el aula,  ¿Qué uno de tus alumnos se enfada porque no comprende algo?, O quizás llora ante el resultado de un examen. ¿Te pasa a ti como profesor, que ves a alumnos con miedo antes de una prueba importante para ellos, un examen final?

¿Y qué herramientas tienes para acompañarlos en este sentir?

Cada vez hay más formación en Inteligencia emocional: on line, talleres, curso largos, a los que acuden profes, maestros, y el entorno educativo.

Permíteme querido lector, que comparta contigo algo, que desde mi profundo trabajo conmigo misma en el camino de las emociones supuso un poderoso crecimiento personal.

Este post no tiene el objetivo de revisar la información que aparece en los manuales de Inteligencia Emocional.  Estoy segura que cada uno encuentra aquel libro de cabecera que nos acompaña en algún momento de la vida, y lo consultamos a menudo.

En el trabajo conmigo misma y con las emociones un día me di cuenta que mi actitud positiva había cumplido ya su cometido. Quienes me conocen de cerca, saben que los acontecimientos difíciles de mi vida los he toreado de manera valiente y victoriosa, casi saliendo a hombros por la plaza. Durante mi adolescencia y juventud y entrada mi vida adulta creía que esto de los sentimientos se podían “controlar” si era capaz de pensar de manera “positiva” ante un acontecimiento difícil ocurrido.  Ahora, puedo darme como por pura supervivencia aprendí una “muleta mental”. Esa frase positiva me ayuda a creer un escenario provisional al que poder mirar y seguir adelante. El dolor no estaba resuelto, lo que había de fondo non había cambiado.

¿Y entonces esto quiere decir de alguna manera, que si cambio el pensamiento, cambia la emoción?

Prueba. Ponte a pensar algo así: no vales nada,  eres incapaz, torpe, te equivocas todo el tiempo….y de manera casi directa se despierta en ti la tristeza, o la rabia no?

Sin embargo si piensas: soy capaz, lo que me propongo lo consigo, aprendo cada día, la emoción que se despierta es la alegría, el empoderamiento como poder personal.

Esto se debe a que los pensamientos son impulsos eléctricos, que ponen en marcha a unas neuronas que descargan una serie de neurotransmisores =una química. Que si el pensamiento es “malote” será de una bajada de serotonina y dopamina entre otras, que lleva a tristeza; o a un aumento de cortisol, aparece la rabia.

Sin embargo el pensamiento empoderado, aumenta los niveles de serotonina, dopamina, endorfinas, entre otros, y aparece la alegría.

Este es un camino de las emociones, pero no el único.

Lo único que haces así, es racionalizar tu sentir, como poner una tirita a una herida que aún no ha curado.

Las emociones aparecen sin más. Considerarla una respuesta fisiológica, es entenderla como una llave que nos muestra que hay algo que “duele” en nuestro interior.

Es por ejemplo la tristeza por la pérdida de un ser querido,  por la separación de unos padres, porque no juegan conmigo en el recreo;

El enfado porque suspendí un examen, no me compra el mismo reloj que a mi amigo;

El miedo a hacer una presentación en clase, a un examen, al viaje de fin de curso;

En todas esas ocasiones, pensar positivo solo es el camino racional. Que en parte alivia esa incomodidad que vive en el interior de cada uno, y que de alguna manera lo que hace es anestesiar y cristalizar eso que habita en ti.

Y se produce sufrimiento. Un día pude reconocer como sufrir era el proceso que yo había creado tratando de evitar eso que sentía. ¿Qué cómo lo evitaba?, de múltiples formas: llamando a una amiga, saliendo en pandilla, viendo la Tv, comprando ropa, y sobre todo haciendo, haciendo, y no dejar de hacer, fuera lo que fuera. Todo esto lo único que hacía era distraer mi atención de aquello que me incomoda, profundamente.

Y fue genial durante un montón de años.  Fue un modelo de supervivencia.

Y en presente, como adulta que soy, y con un  profundo trabajo conmigo misma, el concepto de inteligencia emocional se ha transformado. La vida, como es, trae de todo. Así que se trata de atravesar la vida, venga lo que venga, desde un fluir emocional, donde no hay emociones buenas ni malas. Sino un profundo acoger mi sentir. Porque si reside en mí, forma parte de mí, y no verlas, no acogerlas, no abrazarlas, no mirarlas, es como rechazar un pedacito de mí.

Y esto es reconocer que soy humana y que la vida a veces duele y mucho Y esto no me convierte en víctima de la vida. Sino en ser humano que acoge su sentir.

Y te invito querido maestro, querido profe, que esta humanidad la experimentes contigo, ratito a ratito, día a día. Tómatelo como un juego. Un juego contigo mismo, donde hoy eliges hacer una jugada diferente y explorar la nueva estrategia.

Y no quiero que me creas, solo que lo pruebes. No una vez, ni dos. Sé consciente del proceso de acoger tu sentir, sin juicio, ni razonamientos, solo de acariciar aquello que  habita en ti. Y de forma consciente experimenta un mes, cada día.

Y después de ese mes, mira a ver si tu manera de estar en el aula, frente al sentir de un niños/adolescente en proceso de maduración, tienes nuevas opciones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *