LA CONFIANZA EN LA EMPRESA

 

Vivimos un momento donde confiar no está de moda.

Cada día presenciamos nuevos casos de corrupción, ya no solo en la vida política sino en todos los ámbitos: ONG, empresas, colegios, etc.

Nos graban en aeropuertos, restaurantes, por las calles, etc. No confiamos en las empresas que nos suministran servicios básicos, porque nos facturan más de lo que consumismos. Hay más de 4 millones de personas en paro, que ya no saben ni quiénes son, no saben qué hacer.  Y en el mundo en general reside una desconfianza por la falta de seguridad antes los últimos atentados.

Y con todo este panorama, confiar es un asunto urgente.

La confianza es una calle que no tiene un principio ni un fin, sino un fluir. La confianza apela a los juicios, y éstos a las relaciones que mantenemos, en nuestros trabajos, con nuestros seres queridos, con personas que conocemos a diario, etc.  Así, dependiendo del juicio que tenga (que no es más que  mi opinión, mi manera de interpretar algo, de vivir algo), me relaciono con los demás. Y  en ese “vivir” con el otro, según el observador que decido ser,  despertarán unas emociones u otras. De modo, que tenemos emociones que invitan a la confianza y emociones que nos llevan inevitablemente a la desconfianza.

 

Y en esto consiste vivir. En  conocer qué tipo de observador somos, en qué lugar nos posicionamos cuando nos relacionamos con los demás. En conocer, en qué medida nos retamos a nosotros mismos para salir de la zona de confort. Y confiar.

Y de estos parámetros nos estuvimos ocupando en las VI Jornadas de Directivos, en Residencias Seniors,  el pasado 12 de Mayo. 

Tuve el placer de liderar las jornadas de La Confianza en la Empresa.

Todos los profesionales que conforman Residencias Seniors, trabajan cada día para ofrecer el mejor servicio y calidad a los Residentes que “abrigan” en sus residencias.  Se ocupan en todo momento, del más mínimo detalle, para que Residentes y familiares,  vivan con tranquilidad y optimismo, esta “separación”. Una distancia sólo física. Porque cuando un familiar elige Residencias Seniors, lo hace dando su voto de confianza. Y estos profesionales realizan su trabajo con excelencia. Y regalar confianza es un trabajo de doble dirección. 

La excelencia la definimos (Silvia Guarnieri y Miriam Ortiz de Zarate, en su Libro NO es lo mismo) como “el cuidado y la atención por hacer las cosas lo mejor posible. Pone en juego las mejores capacidades de cada uno”. En el camino de la excelencia los logros se celebran, el feedback  y el reconocimiento forman parte de la manera natural de liderar equipos, y relacionarse con las familias. En la excelencia, el camino es mucho más importante que la meta. Ya que los aprendizajes, el desarrollo y los cambios son posibles. Se trabaja para desplegar “relaciones armónicas y respetuosas, centradas en el deseo de asistir y de ser asistido, de cooperar, en vez de competir”. En último caso, dar lo mejor de ti, en todo momento.

Así, en el camino de la excelencia los errores son parte natural. Y los vemos como una oportunidad de mejora y aprendizaje.

Los errores nos posicionan una vez más ante la ventana de las posibilidades. Si mi juicio es, “Isabel es un desastre”, estaré limitando todas las posibilidades de Isabel. Y confundiendo lo que hace con lo que es. Y el SER es mucho más de lo que hace.

Dar el voto de confianza (regalar mi confianza), genera en el otro, que aumente la confianza en sí mismo. Que saque toda su “artillería” de soluciones ante los errores. En la forma en que me dirijo, en el tono de voz, en las palabras que uso, puedo crear en el otro, nuevas posibilidades, nuevas formas de actuar y ver la inmensidad que reside dentro de él. Le concedo otro espacio de confianza, otras conversaciones, nuevas preguntas y otras posibles acciones.  Reviso mis juicios, mis opiniones, mi manera de mirar. Y elijo, y decido ser un observador u otro para así tener un impacto distinto.

O puedo hacerle “pequeñito”, tanto, que ni si quiera se ponga en marcha. Y siga una y otra vez con los ojos cerrados, porque no confía en sí mismo.

Maturana nos dice: “La importancia de ser generoso para recuperar  confianza y encontrar la fuerza, de crear un contexto que nos lleva a otro lugar”.

Por eso confiar es un trabajo de doble dirección.

Porque consiste en elegir. Elegir qué lugar quieres ocupar en las conversaciones, en la vida, en los errores, en definitiva, en las relaciones.

Si un lugar de perseguidor, quejica, víctima, que no sabe ponerse en lugar del otro. Que no hace nada por conocer la “realidad” de la otra persona, “su margarita”. O elige ser un observador respetuoso, que escucha de forma activa, que reconoce las necesidades de su interlocutor, es más, se las anticipa.

Las relaciones son como un baile, cada uno baila lo que le gusta y como quiere (tango, salsa, flamenco, juntos, agarrados…) en distintos dominios: trabajos, familia, amigos, etc. Y a veces, tenemos una intención, y no aterriza en el otro como quiero y “piso al otro al bailar”, o sin querer, el otro me pisa, y si no lo hago público, no lo hablo, no lo converso, no hago preguntas, no escucho con respeto, existen grandes desentendidos (Rosa Barriuso).

Toda relación humana parte de un acto de fe, no hay una espera, hay un atreverse, y por el camino va descubriendo y tomando ajustes.

¿Te atreves a confiar?, no lo intentes, prueba. Haz lo ajustes necesarios. Y si te equivocas y si hay dificultades, da las gracias. Aprende.

“La vida es el espacio, donde los individuos se inventan así mismos”-Maturana

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